El ausente

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Sonaban las horas amargamente dispersas en el espacio comprimido de oxigeno, campanadas débiles y ausentes, de aquel reloj que envejece como el tiempo a su camino. Una silla mecedora de madera da a sonar su música de noche: aquellos crujidos reclamaban a susurros, los estragos del tiempo. Un sillón de terciopelo azul, con bordados estilistas de hilo amarillo percudido, establece su parsominía como fotografía vieja y echada a perder por el cajón donde se guarda. Una alfombra conformada de retazos, de aquellas telas huérfanas de vestidos de quinceañeras forma un conjunto minimalista y caprichoso, de una alfombra que se queja cada vez que la pisan. Paredes forradas de tapiz amarillo Nápoles, deslavado y rasguñado simplemente hacían, que el silencio de la habitación fuera mas una postal del siglo de las luces, que una actualidad forjada a los avances del capitalismo.

Cada noche de luna menguante, se reúnen el filosofo y el sabio, cada quien en su respectivo lugar, el sabio en la silla mecedora, y el filosofo en el sillón . él sabio empezaba a mecerse y mirando al infinito, deslumbraba una pregunta al aire, el filosofo empezaba a seguir con su dedo pulgar las costuras del sillón, y después de un largo tiempo respondía, el sabio preguntaba:

- ¿Cuándo la ausencia se vuelve eternidad?

El filósofo responde:

- Cuando la presencia se nos olvida por casualidad

El sabio

- y ¿luego?

El filosofo

- Luego es futuro; y el futuro no existe, como el pasado se queda en el olvido.

El sabio

- y el olvido desvanece en los recuerdos que nunca existieron,

El filosofo:

- como un todo se convierte en nada, como el nada desaparece en un vació

El sabio

- hoy andas muy poético y reflexivo.

El filosofo:

- Esperemos al ausente que llegue

El Sabio:

- auque nunca llegue y todo se vuelve hacia el inicio.

Encerrados bajo un mismo cubo de tiempo y espacio, dos personajes deducen, simplemente nada, ¿por que la respuesta es tan larga y difusa, cuando la pregunta es fácil?.

La mecedora rechinaba la experiencia del sabio, es como si ella, se supiera todo lo que el cada noche preguntaba, el ruido de la costura, sonaba maullidos de dolor, sabiendo que el filosofo busca una pregunta y se llena de respuestas, una noche tibia y clara, y un espacio de silencio ausentaban las ideas de los dos, las campanadas de cada hora, se burlaban de ellos, el tiempo lo sabe todo es le único viejo que no para de trabajar, día tras días, noche tras noche, tic-toc, y los Dos indómitos esperando al ausente, cada uno en aquel mundo.

-----continuará-----