Rédes que manejo-

sábado, 4 de septiembre de 2010

Los Hombres de Cristal.

Sonaré soberbio o prepotente. Una de mis virtudes como ser humano es mi cualidad de escuchar a la gente, me gusta escucharla, saber de sus problemas, el saber como tratan de buscar, no las respuestas, si no, el camino para sentirse “bien”. Esto empezó desde niño, en la escuela siempre fui y sigo siendo alguien callado, alguien que observa a sus alrededores, incluso puedo estar en una conversación de varias personas, sin hablar toda la noche, soy tímido, soy silencioso, incluso de niño pensaba que era un fantasma, que deambulaba por las noches, varias noches espante a mi madre, y varias también me encerraban en mi cuarto para no salirme. Tengo una imagen de la primaria donde todo el salón me aplaudía, pero no recuerdo el porqué, solo sé que aquel día el maestro había pedido que escribiéramos a nuestros amigos lo tanto que los queríamos, el recuerdo siempre lo tengo, yo con mi libreta enfrente del salón, diciendo no sé que, y después aplaudían todos. Emanuel era mi compañero de salón, un niño con una discapacidad en el pie, pero con una inteligencia enorme, siempre se juntaba conmigo, en receso nos sentábamos a comer, me contaba los problemas de sus casa, lo que sufría con su discapacidad, la discriminación de su madre, pero lo mas admirable de él es que siempre, a pesar de que no le daban para comer para el receso, se le dibujaba una sonrisa, claro yo siempre le daba de lo que comía, y un día le pregunte, ¿y porque siempre sonríes?, el me contesto con esa misma sonrisa dolida, porque no puedo hacer otra cosa mas que sonreír, a todos les gusta la sonrisa, me dolió su respuesta, no se porque, me dolió, cuando terminó la escuela, me despedí de él, nos abrazamos tan fuerte, me dijo que se iba a Tecate, “porque ahí todo es tan claro, el aire puro”, su madre me agradeció todo lo que hice por su hijo, después, jamás lo volví a ver.




Así como amigos, compañeros o quien lo necesite se acercan a pedirme consejos, o tan simplemente para contarme sus penas, cosa, que se me hacia de lo más bonito que mis hombros y mis oídos tengan algo que hacer, aún cuando yo no puedo resolver mis propios problemas, en ocasiones es cansado escuchar los problemas de los demás cuando yo necesite alguien que me escucha, será la consecuencia de esto, uno tiene que pretender ser fuerte cuando en el fondo, somos hombres de cristal.





Entendí algo hace días, que me estremeció. Regresaba de la escuela y en la parada del camión se encontraba un señor con un estado etílico muy fuerte, y una cara muy triste, tome mi asiento y pocos minutos, el mismo señor se sentado a mi lado, no le hizo caso, así que tome mis audífonos y prendí el reproductor de música. Pasaron varios minutos cuando el señor, me hablo iniciando con un “perdón” y comenzó a decirme su desgracia. El pobre señor tenia más de una semana sin comer, y bebiendo todo el camino, siempre hay un porque para todo, una causa, se ahogo en alcohol para adormecer su tristeza, había perdido a su única hija en un trágico asesinato, lloraba con una tristeza enorme cuando me lo decía, a pesar de que en el camión iba lleno, no me molesto escuchar el señor, le dije muchas cosas, que la vida nadie la tiene comprada, y que tampoco es justa, la vida simplemente es injusta, porque si fuera lo contrario fuese vacía, así como también le dije que su hija prefería verlo sano que verlo desgastado, que el alcohol no le iba a devolverla, que llorara todo lo que quisiera pero que mañana trabajara por su hija… después me pregunto, ¿Qué hubieras echo si matara a tu hija, o a tu madre?, te voy a preguntar algo, ¿has perdido a alguien?, y es que simplemente no me había ocurrido, no lo sabia, no lo sentía, perdí a mi abuelo, pero una hija no, me quede callado, en silencio, y el señor tomo mi mano tan fuerte, solo quería un consuelo… y es que estos hombres de maíz son de cristal, fuertes pueden serlo cuando se los pide la vida para sobrevivir, pero en el fondo son tan frágiles, el llanto lo rompe todo, hasta el mas duro material… no puedo aconsejar cuando en mi corta vida no me ha dado la experiencia para responder calamidades.



1 comentario:

Miguel Ángel Ángeles dijo...

Nuestros cuerpos son amantes de la fragilidad que les dio origen, perra realidad de la carne que se pudrea, a diferencia del cristal...

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