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Mostrando entradas de marzo, 2011

Ingrávedad

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Me llevo, a un lugar en que todo era ingrávido y me soltó ahí , le lleve aun lugar más escondido en mi corazón yo, le lleve allí y le hable de mí y se quedo aquí muy quieto, suspendido, en el fondo de mi esencia. fotografía; "Culpa y perdón", óleo sobre lienzo, 2011, de Dídac Muciño

El estuco escondido...

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Querido Arnold O.: Te he soñado varias veces durante un mes, no continuamente, pero cada noche apareces en un escenario distinto e incluso cuando no estas, te siento. ¿Cuántas veces te escrito sobre lo que me pasa? es una mala maña que se me ha hecho, y especialmente contigo, tengo miedo que se me cumplan los sueños, no quiero volverte a ver, ni siquiera escuchar tu voz. Mi madre me ha pedido que le devuelva el estuco, si, el que se parece al cemento, ya vez, con todo ando experimentando e incluso también lo aplico a mi vida, con todo experimento, o son los extremos, o no es nada. Fui a mi taller y estuve escombrando mi caos que tengo, un desastre por todos lados, papeles, lápices, óleos, pinceles, revistas, botellas de alcohol, ropa de quién sabe quien , pigmentos, resinas…etc. Un desastre, un completo y enorme caos, Lulu me había dicho que por eso soy tan impulsivo e inestable emocionalmente, porque no tengo un orden en mi cuarto y ni en mi mente, ¿será cierto?, ya sabes, yo c...

di esa voz.

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Di la voz detenida que atraviesa tu cuerpo el soplo húmedo, el agua del destierro la gota que jamás cae de tu ojo di esa voz detenida muy cerca del corazón para que llegue hasta mi como una corriente fría que sale de tu aliento blanco, como la sangre transparente de estos árboles, di esa voz detenida para que dance tu cuerpo, angustia que gira en el aire llama que se consume en el olvido di esa voz. fotografía; "mujeres recostadas" boceto a la lápiz de Dídac

Un Acorde Violeta

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Así transcurren mis ocasos, con el primer acorde de un andamio oxidado tan verdoso quemado por una campana vieja que rechina a las 6:00 en punto en círculos verdes olivo, en contrastes de un naranja y rojo retumban como tambores y desaparecen en una risa tierna de aquella niña sentada en la banqueta con su muñeca desvalida. En la esquina, perros que le dicen al mundo con sus ladridos torpes que solo ellos entienden, que el mundo cambia y no nos damos cuenta en círculos tormentosos azabaches y faustosos carmines dan otro color al no-color del paisaje. No existe el silencio en mis ojos, siempre en tambores circulares siempre tan cambiantes aparecen en notas y en acordes con colores peculiares. Cuando no hay notas musicales, la oscuridad y en el silencio un rojo como velo que acaricia la noche en azul índigo eléctrico en todas partes como si fuera el faro incrustado que ilumina los caminantes en las amalgamas de las personas, las risas juveniles...