Así la noche incumbe los pecados
como una escultura, como una piedra labrada,
como un cuerpo descerrajado
persiguiendo la oscura terquedad,
la torcedura de los dedos,
la espalda se dobla milenaria y piedra,
un muro son los lomos y la columna vana,
savia de tu boca, el horror de las manos dobladas
allí donde los muslos esperan ser lamidos
lamidos hasta sacarles el sabor de la madera
aquella que rozó tu mano en un momento
y que ahora aunque huele tu aroma entre mis carnes
no eres tú quien la tocas sino el lado ajeno de mí
que con esta noche lúgubre dejo que se
goteen unas horas inútiles, por el campo vacío de mis ojos
aunque te ame aunque bebamos mas de una lagrima en nuestras bocas.
y alguien fugitivo haya abandonado
el mensaje del deseo entre mis manos
ni tú ni yo podemos deshacernos de un recuerdo
un lugar donde ya seremos siempre
una escultura de cuerpos ignorantes
tirada en una noche lúgubre de deseos y pecados.
3 comentarios:
Genial y evocadora la fotografía... cuando el aroma del otro persiste en nuestra alcoba, es porque toda su esencia está presente en toda nuestra vida...
Adoré la foto...y bueno el post ni se diga, momentos que se vuelven enternidades...wow! :)
Extrano tu dislexia!!!!!
Trompazos!!!!
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